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Miradas que lo dicen todo: II TRI J&S - CRÓNICA


 
 

Particularmente, de todas las fotografías que realicé en la segunda edición del triatlón Janda & Sierra de BYON, esta es mi favorita.


La habría elegido como principal publicación, pero realmente no habría hecho justicia con lo que supuso para los triatletas enfrentarse a este tremendo reto no apto para pieles sensibles. Con ello me refiero a que tuvimos -me incluyo- que aguantar unas temperaturas que rozaban los 40º. Con que imaginaos soportar eso más un desgaste físico importante dado que hablamos de un triatlón olímpico. Cualquier resquicio de sombra era buen cobijo para resguardarse de tanto sol.


Esta vez, para variar, se me mojó la cámara, lo habréis podido comprobar al ver las fotos de la sección del agua, pero como de la experiencia se aprende, llevaba dos más en la mochila. Es algo que no puedo evitar, capturar instantes únicos requiere estar en mitad de la acción y no iba a hacer menos. Recuerdo a Budy, un fotógrafo profesional que también andaba por ahí y que tuve el placer de conocer, decirme que lo estaba pasando muy mal al verme porque claro, veía el peligro de poner en riesgo mi equipo cada vez que las tandas de los corredores iban saliendo y salpicando todo a su alrededor con el agua y la fuerza con la que entraban en la misma. Ya os digo, no lo puedo evitar, obtener fotos que te lleven al momento vivido conlleva formar parte de él.


El viento de levante no hacía sino aumentar más la falta de aire, porque era de todo menos fresco, y al tratarse de un valle entre montañas, peor aún. Todo lo que os cuente es poco, porque hay que vivirlo para saber de lo que hablo, que se lo pregunten a los corredores... Que desde aquí, a todos, mi más sentida enhorabuena, porque si esto no les apasiona verdaderamente o no lo asumen como reto personal para conocer hasta donde están sus límites, a la primera de cambio tiran la toalla.


Con ello hago un paralelismo con la pasión que siento por la fotografía, es así, los entiendo, a ellos y a todos aquellos que hacen lo que verdaderamente les gusta: no importa dedicar las horas que hagan falta, aguantar cualquier inclemencia climática o lo que sea que se les venga encima por tal de darlo todo a través de la motivación que se siente por lo que se hace.


Es así, no cabe otra, vivimos en una sociedad en la cual parece que el dinero es lo primero, o al menos, eso nos enseñan, pero nada más lejos de la realidad, hay cosas infinitamente más importantes, como por ejemplo, hacer lo que te apasiona, decidme cuánto vale eso. Cuánto vale una mirada de la persona a la que tanto quieres. Hay cosas que no tienen precio, por mucho que se empeñen en hacerte creer lo contrario.

En las fotos que pude obtener esta vez, intenté capturar esos momentos de sufrimiento, rostros de desgaste y de mucho esfuerzo físico. Vi muchísimas caídas, más que en ninguna otra prueba, sobre todo en el segmento de las bicicletas, el más largo de los tres. Hablamos de una prueba que se la conoce como el rompepiernas y no es precisamente porque su recorrido sea suave. Muchas cuestas, muchas subidas, que no muy largas, pero teniendo en cuenta las circunstancias se podrían hacer eternas. De hecho, a la vuelta del primer giro hacia el pueblo para capturar los primeros en entrar en meta, me crucé con algunos corredores y tuve que decirle a Jose Antonio -piloto de la moto que se me asignó para las fotos, un tío "mu grande"- que se diera la vuelta, no podía dejar escapar el inmortalizar esos rostros de agotamiento y de esfuerzo.


Mi objetivo es transmitir esos sentimientos, de hecho, es la meta que me propongo cada vez que cubro alguna competición deportiva.

Al hilo de lo anterior, de ahí la foto que veis como portada de este post. No se puede decir más con menos: sonrisa de alegría y de nervios, de sorpresa, mirada de admiración. Siempre he comparado a la admiración con el verdadero enamoramiento, para mí son los dos conceptos claves para una perfecta relación, porque el que admira a su vez aprecia, se le llena la mirada de luz y eso se traduce en una sonrisa de saber que ese alguien a quien tanto admiras lo tienes ahí delante. Por lo tanto, creo que una cosa tiene mucho que ver con la otra, de hecho, pienso que lo primero deriva en lo segundo.


En esta foto se expresa todo eso que explico en el párrafo anterior, no hace falta más, y por eso me alucina la fotografía, nunca me dejará de sorprender, porque con ella soy capaz de capturar un sentimiento, algo intangible, inmaterial, relacionado con algo que va más allá de lo que nuestros ojos pueden ver, porque lo que ahora se puede contemplar -como es el hecho de ver la foto y sentir esa mirada- de otro modo puede ser efímero y fugaz, convirtiéndose así en algo eterno a través de la captura, trasladándote a ese momento cada vez que se mire de nuevo a la imagen, que de algún modo, atrapa ese sentimiento. Un recuerdo para siempre tal y como fue.


Rememorar los sentimientos, que al final de eso estamos hechos, es mi principal motivación a la hora de coger mi querida cámara y apretar ese botón mágico llamado obturador para obtener momentos únicos.

Y por cierto, un abrazo a Julen Díaz, campeón de la general masculina y también el afortunado admirado de esta bonita -y eterna- fotografía.


Aquí su reacción...

 

@ivandelprestamo







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