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Atrapado en la mente


 


Muchos de nosotros no sabemos qué controla nuestro subconsciente.

Es algo que me he planteado muchas veces, y sé que es una parte importante de nosotros. Me atrevería a decir que hasta incluso más que el propio consciente.


Y cómo es que lo sé. A lo largo del post os iré comentando el por qué de haber llegado a esa conclusión y cuales son los motivos.


Lo primero, quisiera empezar describiendo la fotografía que encabeza esta publicación, ya que a esta imagen se debe la reflexión, y es que al hacerla, se me vinieron muchos pensamientos a la cabeza, y quiero que sepáis el motivo.


Os pongo en contexto: se celebraban unas jornadas en Chiclana sobre el networking (término que oí por primera vez y que hace referencia a un red que conecta a las personas ayudando a construir nuevas oportunidades laborales) y sobre la inclusión en sociedad de personas discapacitadas, expresando cómo han llegado a superar esas barreras ilusorias que impone la sociedad y luchar por un futuro con las mismas posibilidades que los demás.


Pues bien, entre tantas personas, desde que empezaron las jornadas, hubo una que me llamaba especialmente la atención, y de ahí la foto. Tomada en el momento oportuno para lo que yo quería expresar al hacerla.


Así, básicamente, podemos ver una luz muy tenue que realza la silueta de una persona que está apoyada contra una pared de una textura rugosa, como si de un papel desdoblado se tratase. Esta persona tiene ligeramente la cabeza inclinada mirándose fijamente una mano. Está haciendo algo con los dedos, porque los tiene en una posición un tanto desencajados, no son normales, parece que tienen una cierta deformidad. No sabría decir si los cuenta o bien son como una especie de distracción. Al igual que cuando nos quedamos mirando un punto fijo y pareciese como si por un instante nos evadiésemos del lugar de donde estamos. Y creo que es eso precisamente lo que sucede en la mente de esta persona, pero durante más tiempo del que hayamos experimentado nosotros. Justo a su izquierda, una planta, levemente iluminada, pero que también forma parte de esta historia. Es la representación de un ser vivo que permanece inmóvil. De distinta manera, porque su naturaleza es muy diferente a la de las personas, pero ensimismada en un lugar.


Cuando se entrena el ojo fotográfico, la representación de una escena en lo que se denomina encuadre y los elementos incluidos en él aparecen de manera casi automática en la visión del fotógrafo, propiciando una historia, y todo está conectado porque está sucediendo al momento. Luego lo asimilas y empiezas a entender que lo que fluye cuando se llega a ese punto no eres tú, sino algo que tienes por dentro que toma las riendas del control de tus acciones. Algunos lo llaman instinto, y se puede entrenar, pero creo que tiene que ver más con nuestro yo interior, nuestro subconsciente.


En una descripción aproximada de lo que entiendo por una cosa u otra, sin mirar nada más allá de lo que sé y de lo que pienso, ya que esto para mí es un ejercicio de reflexión, el consciente es nuestro ser pensante, al que dices que haga o no tal cosa, al que le ordenas que realice una tarea, ese acto que acaba efectuando una acción física ordenada por tu cerebro. Es aquello que hace que encajemos en una realidad sabiendo distinguirla de lo contrario, de lo ilusorio, o eso pensamos... Porque la realidad que tú ves no es la misma que la que yo. Y eso no quiere decir que estemos equivocados o no, sino que tenemos diferentes perspectivas del mundo que nos rodea.


No nos equivoquemos con otro término que se le parece, ser conciente, sin s, alude a la moral, a distinguir lo que está bien de lo que no.


Lo contrario del consciente, ese ser pensante, sería el ser inconsciente, no el subconsciente, que sería otra cosa. Al menos para mí, ya os digo que estas son conclusiones que hago yo mismo. Y es importante que tengáis clara esta distinción para entender la foto y que luego os comentaré. El ser inconsciente es estar ausente, fuera de la realidad.


Tomando como base al consciente como aquello que controlamos, que ejecutamos, que nos dice quiénes somos y dónde estamos, qué es el subconsciente entonces. Pues la parte que lo complementa, la parte que le falta para ser un todo. A mi entender, es aquello que se nos escapa, que está en nosotros, pero se nos escapa. Es esa voz interior que oímos a veces y no le prestamos atención. Es eso que hace que nos lancemos a conseguir nuestros objetivos, si lo sabemos escuchar y dejarnos guiar por él. Dicho así, parece que hago referencia al destino, y sí, podría ser. Digamos que es la voz dormida del ser consciente, pero que cuando despierta y se funde con el presente toma las riendas del control de tus actos. No se le controla, como decía en un principio, sino que se le deja fluir. En nosotros está la llave que lo deja en libertad.


Tengo que reconocer que hay veces cuando capturo algunas imágenes con mi cámara me digo a mí mismo: cómo lo hice. Es decir, llego a tal punto cuando fotografío que mi mente se queda en blanco y me olvido de todo excepto de lo que estoy haciendo en ese momento, mi consciencia pasa a su máxima plenitud puesto que el presente, lo que sucede justo ahora y que es lo verdaderamente real, es lo único que existe para mí. Es curioso que me pase ese fenómeno justo cuando fotografío, entiendo que habrá personas que les suceda cuando toquen un instrumento, compitan pilotando, corriendo, pintando un cuadro o a través de un intenso diálogo, pero en mi caso es con la fotografía y por eso sé que ese es mi camino.


Por eso decía que es importante hacer caso de nuestro interior puesto que ahí es donde se encuentra quienes somos realmente y a veces nos pasamos la vida buscando fuera las respuestas cuando en realidad las tenemos muy cerca.

Volviendo a la fotografía que ha hecho que piense en todo esto, puedo decir que la persona que aparece en ella está inconsciente, atrapado en su mente, no distingue lo real de lo que no. Necesita de otras personas que le guíen a través del mundo puesto que no sería capaz de hacerlo por sí mismo. No ve el peligro que le rodea. Y menos mal que para ello existe otra de las cosas en las que a medida que pasa el tiempo me cuesta más creer porque a ella se le antepone el ego y el interés y que fue el motivo principal por el cual hice la foto: os hablo de la empatía, de la que haré otro post en el futuro para comentarla porque realmente lo merece y que intento a través de mis fotos representar siempre, siendo para mí el objetivo principal en el que me centro cuando cojo mi querida cámara.


Pienso que si hay algo que nos hace verdaderamente humanos y hace que conectemos con los demás es la empatía, tan escasa en estos días que me cuesta creer, pero que existe, que está ahí y si no, vean esta otra imagen y me dicen si no es cierto.

 

@ivandelprestamo







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