
Ahí tenéis la que para mí puede ser una de mis mejores fotos. Fue tomada en Sevilla, en la carrera San Silvestre del 31 de diciembre del año 2019.
Tomé fotos muy bonitas de ese día. En ellas se pueden ver reflejadas muchas caras de alegría, de sonrisas, de simpatía, de niños jugando felizmente, de gente disfrazada derrochando buen humor... Muy típicas en general de las fechas navideñas.
Esa imagen en concreto refleja la llegada de una niña acompañada de su mascota. Y diréis: ¿Qué tiene de especial? Pues para mí lo tiene todo. Os invito a que la observéis detenidamente y que os paréis a pensar qué os transmite, qué veis más allá de su evidente descripción. A lo largo del texto sabréis a lo que me refiero.
El título de este nuevo post no está puesto por poner, es un alegato hacia los animales.
El corazón es un símbolo de pureza, me atrevería a decir que el de la verdad más absoluta, la que está libre de ataduras que nos impone la hipócrita sociedad en la que vivimos y que no nos deja ser quienes somos, inculcando unos valores y unos comportamientos tratando de que todos seamos iguales, coincidiendo con unos estándares implantados por las clases dominantes. De esa manera, a mi entender, nos hacen ser más maleables, más moldeables, porque de lo que se trata es de complacer a un capitalismo cada vez más feroz necesitando de nuestro consumo para seguir arrasando con aquello que se encuentra por el camino: cada vez más contaminación, cada vez más hambre, cada vez más guerras. ¿Quién sale ganando con esta terrible jugada? Pues los de siempre, los que verdaderamente tienen el poder, los que manejan las grandes corporaciones y tienen comprados a los gobiernos, esos mismos que dictan nuestras leyes, nuestras normas sociales. Formando un sistema cada vez más desigual, manejado por unos pocos sobre la gran mayoría.
Siempre he comparado esto último con un grupo de matones. Pueden ser menos, pero al final se salen con la suya ante un grupo mayoritario porque les amenazan, porque les atemorizan. Así salen ganando: implantando el miedo, porque saben que achanta, que te vuelves pequeño, que te haces vulnerable. ¿Y sabéis por qué lo saben? Porque ellos lo han padecido, porque ellos lo tienen. Lo que no sabemos nosotros es que al no tenerlo somos más fuertes que ese pequeño grupo que manda por encima de la mayoría, por eso siempre ganan. Espero que algún día la gente se dé cuenta de esto. Aunque, sinceramente, no lo creo.
Tenemos tan calado el miedo que forma parte de nuestra cultura. Vemos con nuestros ojos las calamidades por las que pasan las personas y seguimos con nuestras rutinas, por supuesto, mucho más importantes que exigir a nuestros gobiernos que dejen de exprimir, de explotar y de castigar a los más débiles. Para qué. Vivimos en una burbuja ficticia de comodidad. Y la llamo burbuja porque es frágil, hasta que no nos pasan las cosas a nosotros mismos no nos damos cuenta de lo importante que sería ayudar a los demás hasta que no te ves solo. Escucho a gente miserable criticando a los inmigrantes (en muchos casos niños) que vienen huyendo de sus países por guerras, hambre o malestar social decir que se vuelvan por donde vinieron y me da verdadero asco de la sociedad en la que vivo.
Nos han hecho ser tan egoístas que no vemos más allá de nuestra propia nariz. El otro día vi publicado un vídeo que recopilaba varias escenas en las que diferentes personas derrochaban comida por una parte, y por otra, gente pasando hambre. Es así, no valoramos lo que tenemos y lo que tenemos, como nos sobra, lo tiramos. Bienvenidos a la sociedad del consumo "ilimitado" a costa de la explotación.
Todo esto me da mucho que pensar. Me hace dudar si verdaderamente el ser humano es comparable a los animales o somos una especie distinta.
Es cuestión de ciencia que en temas biológicos dependemos de las mismas cosas: alimentarnos, beber agua, respirar, procrear para dar continuidad a la especie. De eso no hay dudas. De lo que sí me surgen es de los distintos comportamientos que asumen unos respecto a los que asumen otros.
Los animales actúan por instinto, simple y llanamente, se dejan llevar por sus necesidades naturales, exactamente para llevar a cabo su cometido: sobrevivir. No tienen consciencia por sí misma, el hecho de saber diferenciar qué está bien de lo contrario: son naturaleza en estado puro. El problema es que el ser humano que sí la tiene y por lo tanto es el punto que nos diferencia de los mismos nos hacen ser mucho más peligrosos, y ese es mi dilema: ¿Cómo es que los seres humanos capaces de pensar y de saber distinguir las cosas actúan como verdaderos animales en el sentido más estricto de la palabra? O lo que es aún peor: A sabiendas de hacer las cosas mal, ¿por qué las hacen? No me dejo de preguntar lo mismo cada vez que observo de las cosas que os he hablado en los párrafos anteriores además de tantas y tantas otras de las que todos ya sabemos. Es probable que exista una razón, yo creo que es el miedo, pero no estoy seguro... Tampoco es que sea sociólogo, simplemente me gusta observar.
Hablar de la generalidad de las personas no es lo mismo que hablar de la generalidad en los animales. Los primeros son impredecibles.
Ese dicho que hay por ahí que dice que los animales son más fieles que muchas personas es una realidad como un castillo, además del que también habla de que a medida que conozco más a las personas, más quiero a mi perro. Decidme ustedes, los que tengan mascotas, si eso no es verdad tampoco.
Las personas, que se las supone "inteligentes", tienen comportamientos menos racionales que el de los propios animales.
Un animal es más puro de corazón. No le ambiciona el ego, no le importa vivir al aire libre, no le importa ser más pequeño, ser más grande, simplemente con las cualidades que nace se conforma y lucha por sobrevivir, come por necesidad, no mata por placer. En cambio, nosotros, qué hacemos: nos corroe la envidia, nos puede el ego, no nos conformamos con tener las necesidades básicas naturales cubiertas, queremos más y más y es ahí donde quería llegar: somos conscientes de todo esto, somos conscientes a diferencia de los animales que nos estamos cargando nuestro ecosistema y nos da igual. Se cometen atrocidades todos los días y nosotros seguimos como si esa supuesta consciencia que tenemos se desvaneciera dando paso a nuestro egoísmo y claro, ahí ya no hay nada que hacer.
Volviendo a la fotografía del principio, os explico lo que a mí me transmite: inocencia, bondad, imaginación,... En una palabra: naturalidad. Precisamente la característica que tienen los animales y que nos hace distinguirnos de ellos. La que tienen los niños, esos seres de luz, únicas esperanzas de lo que queda en este mundo tan desigual e injusto. Ellos tienen la llave del mañana y habría que protegerles en ese sentido, como hace ese perro con esa niña, su querida mascota que nunca la dejará de lado en ninguna circunstancia, porque el aprecio, agradecimiento, lealtad y amor que le tiene siempre será para ella.
Tenemos más que aprender de los animales y de la naturaleza que de las propias personas.
@ivandelprestamo
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